
Paisaje
Francisco Robles Gil Martínez del Río
Yo soy de la idea de que cuando estamos reflexionando en torno a una palabra, primero hay que consultar su definición; para el caso de paisaje dí con las siguientes acepciones: 1.- Parte de un territorio que puede ser observada desde un determinado lugar; 2.- Espacio natural admirable por su aspecto artístico y 3.- Pintura o dibujo que representa un paisaje; estas tres definiciones contiene un común denominador, el sujeto que observa y puede llegar a representar aquello que examina atentamente, la definición sigue sin quedarme muy clara, lo cual, me lleva a preguntarme por la etimología del concepto, es decir, por su historia: ¿Cuál es su “origen”? ¿Qué significados ha contenido a lo largo del tiempo?

La permanencia y el tiempo 50.
Óleo y carbón sobre tela.
110x170cm.
2021.

La permanencia y el tiempo, de los tres. Temores IV.
Óleo sobre tela.
40x50cm.
2022.

La permanencia y el tiempo, de los tres. Tensiones III.
Óleo sobre tela.
40x50cm.
2022

La permanencia y el tiempo, de los tres. Tensiones II.
Óleo sobre tela.
40x50cm.
2022

La permanencia y el tiempo, de los tres. Tensiones I.
Óleo sobre tela.
40x50cm.
2022
Estas preguntas me llevan a revisar el diccionario etimológico de Joan Corominas que consulto en su soporte digital (PDF) en una computadora, la cual, tiene instalada el lector Adobe Acrobat y que, por alguna razón, que mi analfabetismo digital no me permite comprender, cuando oprimo las teclas ctrl f para buscar la palabra paisaje, emerge ante mí la siguiente leyenda “Adobe Acrobat finalizó la búsqueda del documento. No se encontró ninguna coincidencia.” Decido revisar aquel pergamino digital hasta llegar a las entradas que inician con la letra p, de pronto, me topo con un pequeño párrafo: “País, paisaje, paisajista,paisanaje, paisano, V. pago.
En esa misma página, a la misma altura de País, leo en negritas PAGO, palabra que en el imaginariode nuestros tiempos nos remite a una lógica económica que consiste en el intercambio de dinero por labor realizada, es decir, al trabajo, pero la entrada me aguardaba una sorpresa: -distrito agrícola-, es lo que leo después de la coma; sigo leyendo, y me doy cuenta de que aquella palabra hace eco del latín pagus -pueblo, aldea-; ambas remiten a las acepciones “originales” de paisaje, entonces, además del sujeto que observaahora tengo una demarcación geográfica; Corominas me lleva al siglo XIII (1220- 1250) en el que una de las derivaciones de PAGO es paganus -campesino-; algo que me llamó la atención es que despuésde -campesino-, el autor escribe “[…] y en el lenguaje eclesiástico -gentil, no cristiano-“, lo cual, me lleva apensar en un sujeto que habita más allá de las murallas que resguarda la polis cristiana, es decir, el pagano; sería hasta el siglo XVIII (1700) que la lengua francesa empezaría a enunciar paysage; paisajista, paisano ¡estoy pues, frente a la acepción que me llevó a hacer este recorrido etimológico!
El paisaje como una interpretación que de su entorno tanto cultural como natural hace el sujeto, en este caso, el paisajista; aquella nunca es una mirada impoluta, es decir, neutral, siempre busca provocar algo en quien observa su creación, y cuando escribo paisajista no me refiero únicamente a aquél que tiene el oficio de la plástica; el paisajista también puede ser una entidad metafísica como el Estado-nación, una comunidad imaginaria en la que a través de ciertos rituales se homogeniza tal o cual geografía, pienso en los paisajes monumentales que he observado en Palacio de Bellas Artes, Palacio Nacional, o el Edificio de la SEP, recintos a los que asistimos para ser testigos de aquellos trazos míticos en los cuales se plasma “el origen” de la nación, en este caso, el paisaje-mural nos evangeliza en el credo nacional: “Bandera de México, legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestros padres y de nuestros hermanos, te prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y de justicia que hacen de nuestra Patria la nación independiente, humana, generosa a la que entregamos nuestra existencia.”
Entonces, además de una interpretación, el paisaje es también una narración que hace inteligible nuestro entorno cultural y natural, a la cual, le subyace una dimensión afectiva y psíquica que moldea nuestras formas de habitar el mundo, y entonces, cuando hay narración, hay temporalidad y cuando hay temporalidad, estamos frente a nuestra historia, la cual, desde el paisaje-mural del Estado-nación se narra a partir de una teleología, en donde el tiempo es lineal y hay un destino manifiesto; en contraste a estos trazos míticos y monocromáticos, la reflexión en torno al paisaje puede tornarse histórica y policromática, es decir, adquirir una complejidad que a su vez nos otorga mayor claridad a la hora de contemplar nuestro entorno para así devenir paganos y poner en tensión el carácter homogéneo del credo nacional; es este gesto crítico el que aparece en la obra de Miguel Ángel Ortiz Bonilla.

Francisco. Foto por EzeMir
Francisco Robles Gil Martínez del Río
Investigador independiente. Es maestro en Historia por la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla en donde se tituló con la tesis ¿Es la barbarie una
explicación? Representación y afección en el Linchamiento de cinco trabajadores
de la UAP en la comunidad de San Miguel Canoa, Puebla, 1968; es candidato a
doctor por la Universidad Iberoamericana, ciudad de México, en donde defenderá
la tesis ¿Qué iba a ser de ti después de las tormentas de fuego y acero? Una
reflexión historiográfica en torno al Movimiento de Acción Revolucionaria, 1971; es
autor junto con Veka Duncan del libro Cara o cruz. Lázaro Cárdenas; autor junto
con Yearim Ortiz San Juan del artículo El memorial como archivo: una lectura
crítica, y autor del artículo Masiosare un extraño enemigo: el guerrillero ese que
adolece del libro colaborativo Ecos de la Revolución: prensa, radicalización y
trayectorias de guerrillas de los setenta en México, el cual se encuentra en prensa;
investigador-fundador del portal digital Archivos de la Represión, y ha colaborado
en distintos espacios culturales.
Publicaciones
Mi inaprensible cuerpo
Entre cláxones y mentadas
Tus últimos trazos
¿Qué es el mar?
Réquiem para Francisco
Orfandad, historia y cocina
El cardón, el viejo cementerio y un viaje al Pacífico
¡Acábense de podrir que la muerte hace mucho los ha habitado!
Un perro, un castillo y otros sueños
Secretar la vida: cáncer y escritura*
El capitalino (https://elcapitalino.mx/author/francisco-robles-gil/)
La “indignación” en un click
Nacionalismo-fósil, “radicales libres” y el Movimiento Estudiantil de 1968
Estampas de acarreo metafísico
Colaboraciones en libros
Francisco Robles Gil Martínez del Río, Masiosare un extraño enemigo: el guerrillero, ese
otro que adolece en Ecos de la Revolución: prensa, radicalización y trayectorias de
guerrillas de los setenta en México (Ana Lucía Álvarez Gutiérrez y Kevyn Simón
Delgado, coordinadores), en prensa.
Francisco Robles Gil Martínez del Río y Yearim A. Ortiz San Juan, El memorial como
archivo: una lectura crítica en “Umbrales de la memoria y la desaparición: estudios
sobre Colombia y México (Cristina Gómez Johnson, Adriana González Gil, coord.),
Universidad del Rosario, Bogotá, 2022.
Viveka G. Duncan y Francisco Robles Gil Martínez del Río, Cara o Cruz, Lázaro
Cárdenas (Alejandro Rosas, coord.), Taurus Historia/Penguin Random House, México,
2019

Gerardo Martínez, MAO y Francisco, Inauguración, Celaya.
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