Ya detenidos en el entronque de la carretera se veía el pueblo. Parecía que estaba rodeado de una gran muralla, pero no, era la elevación del cerro. Era esa visión como si viéramos la frontera entre lo conocido y lo demás. Los caminos se perdían en la oscuridad e iban a quien sabe donde.
Ahí estacionados se veía la palma como un limite sagrado, frontera. El ser que delimitaba consistentemente a la planicie del cerro.
Vigilaba a sus hijos y a los hijos de la noche.

Del Monte 4.
Tinta sobre papel.
31cmx35cm
2019

Del Monte 6.
Tinta sobre papel.
31cmx35cm
2019

Del Monte 4.
Tinta sobre papel.
31cmx35cm
2019
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